domingo, octubre 22, 2006

MIS COMPAÑEROS

Mis compañeros
beben el vino manso del pueblo
cantan canciones de amor y guerra
tan ardorosas como sus dueños

Mis compañeros
inquebrantables, puros sinceros
como quijotes jamás vencidos
tiran abajo molinos viejos

Dejan el alma en todo momento
en lo infinito del sentimiento
con alegría casi insolente
mientras construyen días tras día
las esperanzas de tanta gente

Sin concesiones, sin aspavientos
pero entregándose por entero
van por la vida, mis compañeros

Mis compañeros
de las canciones y el pensamiento
de las batallas y los esfuerzos
por el futuro que merecemos

Mis compañeros
de la poesía y la justicia
de las banderas y las consignas
del amor por todo ¡qué maravilla!


Teresa Parodi

domingo, octubre 15, 2006

EL 17 NACIMOS

Vastedad del abismo.
Arrancaron de Berisso, Ensenada,
Avellaneda y Valentín Alsina.
Es el resplandeciente fulgor
de la muchedumbre esperanzada
violaron la fuente de la Plaza,
se lavaron los pies de cansancio
y del mundo que se iba, irremediablemente.
Hoy nazco lleno de esta música tamboril,
imperecedera, que seguirá en la descendencia
y el mito de la Popular.
Porque el 17 de Octubre fue el nacimiento
y la eternidad nos esperaba.


Alfredo Carlino

sábado, octubre 14, 2006

La niña soltera

Va detrás de un sueño. Lo piensa de día,
de noche lo sueña, lo cuenta a una amiga,
"quiero un compañero, buenito, bonito,
que me dé seis hijos con esos ojitos".

Y por la mañana parte hacia el trabajo
a planchar la ropa, a lavar los baños.
Lleva el pelo atado, la cara lavada
y toda la energía puesta en las pisadas.

Entra por la puerta que da a la cocina
pues la principal le está prohibida.

Toda porcelana, alfombra, opulencia,
solita y su alma sin otra presencia,
y al final del día cierra la jornada,
sobre una repisa se dejó su paga.

Vuelve al monoambiente, las piernas le pesan
mañana es su franco, limpiará la pieza.

Pondrá un mantelito, tenderá la cama
pasará la escoba, lustrará la pava,
y tomando mate verá la novela
donde besa la mala y llora la buena.

Y sueña su siesta del hombre bonito
del buen compañero, rodeada de hijitos
sueña que le toma las manos ajadas,
le acaricia el pelo, le besa la cara.

Así pasa los años la niña soltera,
con cuarenta inviernos, ni una primavera,
y cuando se duerme, no sabe, no sabe,
que en su monoambiente descienden los angeles.

Que Dios no se olvida que quiere ser madre
y atento le envía hijos celestiales.
Que en los cielos hay pequeños que esperan,
saber lo que es la ternura materna.

Si eres una niña soltera, recuerda:
nadie está tan sólo con alma tan buena.


Alicia Schiavoni

(En memoria de "La Alemana", que limpió y cuidó hijos ajenos, y que cuando los huesos le impedieron seguir viviendo para otros, fue lanzada a la calle. Lejos de su familia que quedó en Europa, vieja y gastada, fue a parar a una plaza, la de "La Misericordia", donde terminó su vida).

martes, octubre 10, 2006

CASA DE TRAPO

De vez en cuando y muy seguido
la ciudad tiene ciertas acuarelas obscenas que se pasan por alto.
No sé si alguna vez han visto gorriones en los árboles
con hojas de smog comiéndose otros gorriones,
a las viejas palomas de Plaza Constitución
flacas de miedo,
porque el aire además de tener sonidos inusuales,
carga con el eco de los retorcijones
de jubilados que despiertan con una pancarta en la mano
y una honda en la otra.
Ahora que la costumbre hace que una queja sea un silbido
las estatuas a veces se juntan todas en una misma plaza
para que sus brazos ó sus piernas
no se transformen en elementos indispensables en ciertas manifestaciones
ó sólo por el hecho de esquivar alguno que otro pedido al Estado en forma de graffiti.
No sé si han ido a los teatros que hay sobre la calle Corrientes
teatros rodeados de luces y restoranes y pollos al espiedo y mendigos
y puertas de taxis y lisiados
rengos // ciegos// sordos// putas// proxenetas,
traficantes en medio del tránsito incansable
que no se sabe donde carajo va.
La ciudad llena de gorras y latas
y monedas y empedrados y hoteles subterráneos
edificios empapelados con propuestas de cartón
villas a unas cuadras del Congreso con una plaza de Mayo en ayuno,
un Congreso enrejado y mas de un presidiario suelto
no se reserva de ningún patético aspecto y no respeta a nadie y no perdona nada.
La ciudad de trapo tiene paredes que caen y veredas de verdura
y ladrones en cada blanco y un obelisco fláccido
y platos vacíos y chicos y fiebres
y el zumbido de una protesta de hace tres días en las calles,
lunares donde hay autos hundidos.
No sé si la han visto
pero tiene pasillos que son como tentáculos donde llueven estampitas
y contrastes que provocan preinfartos precoces
mientras se produce un silencio que genera una duda
que se mueve hasta en las fauces de una tarde cualquiera
como una serpiente buscando una mordida,
el grito de la métrica perfecta.
Encima de todo y sobre el ocaso poético de todos los tiempos
los rayos del sol ni tocan el suelo
porque el espacio que hay entre el aire y la tierra está inundado de cables
antenas y radares y frecuencias, ruido
rascacielos y torres y columnas de carbón, industria
zepelines y aviones y cohetes y misiles, enjambres
pactos y guerras y sepelios, evolución.
No sé si han visto el cielorraso de la ciudad
pero parece derrumbarse
avalancha inevitable de fatigas y rasguños
que entreteje un amenecer que se confunde con lo razonable
que deshace hasta el mas mínimo detalle del primer segundo de la mañana
cuando empieza el andar de lo cotidiano
y ciertos paisajes se pasan por alto.
Ver la ciudad es mirarle los pies a un pibe
y no encontrarle los zapatos.


Maximiliano González